lunes, 1 de septiembre de 2014

Carta de resignación



A quién le corresponda.

Aun no puedo decidir si érase una vez, porque realmente no recuerdo si en algún momento la hubo. Lo único que llega a mi mente en este momento es el tenue recuerdo de un pasado no tan remoto al cual me aferro constantemente, sin saber si en algún momento de nuestras vidas tuvo lugar. Aun me pregunto si usted fue un señuelo o un sueño, porque hubo tantas ironías en un mismo cuento que aun no entiendo cómo llegamos al desenlace. La densidad de la soledad me ha dejado bloqueado, totalmente perdido en el recuerdo vivo de sus labios que nunca llegaron a establecer contacto con los míos, y que ahora están en su mayor punto de lucidez. ¿Por qué? Debería preguntar, pero tanta incoherencia le da respuesta a esa y más preguntas genéricas. Tantos adjetivos que surgieron en nuestro trayecto, hoy se desvanecen por falta de verbos.
Si usted está leyendo esto, tenga en cuenta que con estas palabras no pretendo aparentar la falta de aliento que me queda al verla volar a otras dimensiones, a otras playas, persiguiendo otro amor. Solo pido que si en algún momento llega a pensar en mí, deje a un lado el rencor y no olvide que en medio de tormentas y tantos insomnios causados por su recuerdo, me resigné al hecho de quererla en silencio, porque solo usted y yo sabemos estar juntos a distancia.


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